Un terrario cerrado es un mini ecosistema autosustentable en un frasco de vidrio sellado. Dentro de él se recrea el ciclo natural del agua y el aire, creando un ambiente ideal para las plantas.
Los terrarios cerrados requieren muy poco riego. Observa las gotas en las paredes de vidrio: si hay condensación moderada está bien. Evita encharcar; una pulverización ligera cada 2-4 semanas suele ser suficiente según el tamaño y el tipo de plantas.
Coloca el terrario en luz indirecta brillante. La luz solar directa puede sobrecalentarlo y quemar las plantas. Un lugar con luz filtrada o cerca de una ventana con cortina funciona bien.
Mantén la humedad dentro del terrario; estos microambientes funcionan mejor con una humedad relativa constante. Si ves demasiada condensación, ventila un poco abriendo la tapa unos minutos hasta equilibrar.
Usa capas bien definidas: drenaje (piedras o arcilla expandida), carbón activo para filtrar y un sustrato ligero. Esto evita malos olores y el encharcamiento que puede dañar las raíces.
Retira hojas muertas y musgo en exceso para evitar la descomposición. Poda pequeñas porciones cuando alguna planta crezca demasiado y afecte la estética o el equilibrio del microecosistema.
Evita cambios bruscos de temperatura. Si tu terrario incluye iluminación LED, úsala con moderación para resaltar plantas sin aumentar demasiado la temperatura interna.
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